Una mirada desde el respeto, la ciencia y el vínculo
Criar no es fácil.
Criar con conciencia, menos todavía.
Nos llenan de mensajes contradictorios:
“Que no se acostumbre a los brazos”,
“Déjalo llorar”,
“Necesita mano dura”,
“No le digas tanto que lo amas”…
Pero cuando entendemos cómo se desarrolla el cerebro de nuestras niñas/@s, todo empieza a tener sentido.
Las niñas/@s no nacen sabiendo calmarse, compartir, obedecer o esperar.
Su cerebro está en construcción.
Y especialmente en los primeros años, las áreas que regulan la emoción, el comportamiento, el lenguaje y el pensamiento lógico aún no están listas.
👉 Por eso no se calman cuando les gritamos “¡cálmate!”
👉 Por eso no dejan de llorar porque los ignoremos.
👉 Por eso muchas veces parecen “incoherentes”, “exagerados/@s” o “intensos/@s”.
Es que todavía no pueden.
Y necesitan que alguien les acompañe a aprender.
Significa que, antes de reaccionar, me pregunto qué está pasando en ese pequeño cerebro.
Significa que entiendo que el desarrollo lleva tiempo, que las habilidades se construyen, que la regulación se aprende.
Y que, para eso, yo tengo que estar disponible emocionalmente.
Es poner límites desde la calma, acompañar emociones desde la empatía y sostener el proceso con paciencia y amor.
Cuando tu hijo/@ no puede calmarse, pensar o comunicarse bien, necesita que tú le prestes lo que su cerebro aún no puede hacer solo.
Tú eres su guía, su base segura.
Tú le prestas calma cuando hay tormenta.
Tú le prestas contención cuando no puede con lo que siente.
Tú le prestas palabras cuando no sabe cómo expresarse.
Y eso es lo que cambia todo.
Es normal que surjan dudas.
Muchos padres y madres piensan:
“Pero si yo crecí con gritos, castigos o indiferencia emocional… y aquí estoy”.
“Mis papás no tenían esta información y yo salí bien”.
Y es válido. Porque lo hicieron con lo que sabían.
Pero miremos esto desde otra perspectiva…
Hace años, las personas con cáncer recibían tratamientos que en ese momento eran lo mejor que la medicina podía ofrecer. Años más tarde, los estudios demostraron que, aunque esos tratamientos tenían algunos efectos positivos, también generaban efectos secundarios graves que no se conocían del todo.
Con esa información, la medicina evolucionó y se crearon nuevas alternativas que hoy permiten mejores resultados y una mayor calidad de vida.
Si hoy tuvieras que elegir entre ese tratamiento antiguo (el que usaron tus abuelos o tus padres) y uno nuevo, más efectivo y con menos efectos negativos…
¿Cuál elegirías?
Probablemente, la segunda opción.
Eso mismo pasa con la crianza.
Sí, muchas personas sobrevivimos a la crianza de antes.
Pero hoy sabemos más.
Y con eso, tenemos la oportunidad de hacerlo distinto, para que nuestras niñas/@s no solo sobrevivan, sino que vivan mejor.
Si alguna vez te sentiste perdida/@, culpable, desbordada/@ o desconectada/@…
Si alguna vez te preguntaste por qué tu hijo/@ reacciona así, o cómo acompañarle sin dañar el vínculo…
Si alguna vez quisiste hacerlo diferente, pero no supiste por dónde empezar…
Esta guía es para ti.
Aquí encontrarás claves, ejemplos, frases y explicaciones sencillas para acompañar con respeto, pero también con base científica.
Porque criar desde el amor no es una moda.
Es volver a lo esencial.
Y hacerlo con el cerebro en mente… es hacerlo con el corazón.